miércoles, 12 de febrero de 2025

Creo que no entiendo nada del mundo en que vivimos

 Sufro una enfermedad neurodegenerativa que, lejos de experimentarla como una mochila más de la vida, me produce dolores que me recuerdan continuamente mi situación. Esto es el motivo de que lleve una vida muy autorreferencial: mi mirada es en la mayoría de los casos hacia mí mismo, mi cuerpo me lo recuerda constantemente, eso sí, sin menoscabo de una preocupación extendida por mi familia, lo que más quiero en el mundo.

Esto no quita que uno no levante de vez en cuando la cabeza y mire a su alredededor. He estudiado sociología y Derecho, lo que no significa nada en sí mismo aunque sí, en realidad, se me presupone una sensibilidad hacia los procesos que se desarrollan en la esfera pública. Somos resultado de nuestra experiencia. En la esfera pública, y particularmente en el terreno político, con decir que viví de cerca los terribles años del procés en Cataluña ya debería ser suficiente para situarse. Pero lo voy a recordar: años de no poder hablar con nadie de cuestiones sustanciales de la vida en común hacen mella en la socialización política de un mismo. En aquella época solía pensar y decir "Siempre nos queda Madrid", pues allí sí se podría hablar. Lo malo es que "Madrid", en realidad toda España, ha vivido un proceso de cataluñización (que no catalanización) tremenda. Ahora parece como si nadie pudiera hablar de nada. La pandemia tampoco ayudó precisamente. O esa es mi impresión, repito, cuando levanto la cabeza de mi ensimismamiento y burbuja familiar.

En fin, que lee uno las noticias o escucha la radio y piensas ¿Cómo es que nadie dice que en una democracia no se pueden tomar decisiones de gasto público, fiscales, del sistema de seguridad social, salario mínimo, etc, sin aprobar los presupuestos generales del Estado? ¿Cómo es que nadie se da cuenta de mencionar que el único proyecto de ley que está obligado a presentar un gobierno anualmente es la Ley de presupuestos? ¿Que sin ley de presupuestos no puede funcionar la Administración pública?. Cualquier debate contingente de los que se plantean en la escena política española debería empezar por ahí, digo yo. Si un gobierno quiere cambiar la cuantía del salario mínimo, quiere plantear reformas fiscales, quiere actualizar el sistema de pensiones... que presente los presupuestos, que es su única obligación en términos legislativos en realidad.

Pero no todo es "la política" (lo político va mucho más allá). Tampoco entiendo el mundo al que nos conduce la "inteligencia artificial". Mi experiencia es reducida en este aspecto. Debo decir que yo la utilizo cada día para algunas tareas como revisar textos en inglés, traducir al español a partir de idiomas que ignoro, y a veces también preguntar sobre cuestiones sustantivas de conocimiento (aunque le he "pillado" a la máquina más de una vez y en una reciente ocasión se me ha puesto farruca, diciendo que ella tenía razón y cerrada a aprender, cosa curiosa que la hace hasta "humana"). Los estudiantes de la universidad también la usan, continuamente, y esto es un desafío para la docencia universitaria. Sin duda. Pero más que para preguntarnos cómo evaluar, o cómo cambiar nuestros sistemas de evaluación, mi reflexión es sobre lo que les espera a las generaciones del futuro. Yo soy de los que piensa que la universidad es un espacio de paso fundamental, que otorga credenciales esenciales para desenvolverse en la vida y, con ello, en el mercado laboral. Pero no debemos guiarnos por criterios de utilidad económica: lo que ofrece el mercado laboral se aprende allí. Esto hace que la universidad, y particularmente las formaciones de ciencias sociales, sea un espacio de reflexión y crítica en el que aprovechar el tiempo para nutrirse de una formación humanística fundamental para poder desenvolverse como personas libres y conscientes en la vida. Por eso, cuando yo a un alumno le ofrezco la lectura de un texto fundamental de la sociología, me produce gran tristeza que responda a esta oferta con un mero resumen generado por IA, en lugar de detenerse (qué mejor que ser joven y detenerse un momento, que la vida luego ya nos acelera demasiado después) a leer, subrayar, dudar, preguntarse, preguntar... No sé. Creo que estos procesos están llevando a acelerar procesos que ya estaban en marcha años atrás (ver L'esprit démocratique des lois, de Dominique Schnapper, o mi artículo sobre esto), esto es, la desacralización (y banalización) de instituciones que son necesarias para la organización y cohesión de nuestras sociedades. Esto incluye a la universidad, que se desprestigia exigiéndosele "utilidad" (utilidad mercantilista, se entiende) y se autodesprestigia con la bajada del nivel de exigencia (entono también el mea culpa) y con prácticas como las que señalaba. En fin, será la edad, será la enfermedad, pero me cuesta mucho entender los procesos actuales...

(Sobre otros procesos políticos globales me ocurre tres cuartos de lo mismo...)